HAMBRE DE LOS PROFÉTICO
Estamos viviendo tiempos de cambios de reformas y también un tiempo en donde el enemigo a distorsionado muchas verdades eternas. Como lo Profético y se crean controversias como:¿Si son los profetas para este tiempo? ¿Si hay profetas de oficio para este tiempo? Y son algunas de las cosas que vivimos en la Iglesia del siglo 21 y lo que Dios intenta a través de lo profético o el Ministerio profético es dar a conocer su Corazón, sus intenciones sus ideas, planes para nuestras vidas. El ministerio profético es para revelar el corazón del Padre a sus hijos no es para sentirse más grande o más importante que otro todos somos útiles para Dios y somos instrumentos en sus manos para dar a conocer sus propósitos eternos y hay algo más.
Tiene el fin de Edificar, Exhortar y Consolar el libro de Amós dice lo siguiente: Vienen días —afirma el Señor omnipotente—, en que enviaré hambre al país; no será hambre de pan ni sed de agua, sino hambre de oír las palabras del Señor. Amos 8:11 NVI.
Por mucho tiempo el pueblo de Israel menospreció la palabra profética para sus vidas y familias y Dios callo por un tiempo al grado que Dios dice llegará el tiempo en que tendrán Sed!!! De una palabra profética que los consuelo, anime, inspire, edifique, exhorte ¿Cuantos de nosotros no hemos anhelado oír una palabra profética en un tiempo de angustia, aflicción, desesperación? Aunque tenemos la Biblia la palabra más segura a pesar de ello es diferente cuando a través de alguien te dice Yo estoy contigo no temas, Yo te sostendré, lo que estás viviendo es pasajero.
Y comienzas a sacar fuerzas de la debilidad y sigues Adelante creyendo, confiando que no estás sólo, muchos de nosotros lo hemos vivido.
Y hoy hay muchos que están cansados de lo mismo y quieren algo más una palabra fresca del Espíritu que nos Aliente a seguir adelante.
Hoy tenemos hambre y sed de una palabra que nos lance a otra dimensión en el 2014 ya que Dios ha levantado profetas en este tiempo.
Bendiciones un fuerte abrazo y Feliz Año Nuevo!!! 2014
Fraternalmente
Ap. Miguel Ánguel Martínez